Abelardo y Eloísa, un amor medieval

Pedro Abelardo, autor de Sic et non e Historia Calamitatum, está considerado uno de los grandes filósofos de todos los tiempos. Sin embargo, más que por su solución al problema de los universales, sigue siendo recordado por su historia de amor con Eloísa. Hoy en día, muchos siglos después de su muerte, la pasión de Pedro Abelardo y Eloísa, su concepción del amor libre y su desafío de las convenciones sociales de su tiempo sigue siendo una fuente de inspiración para amantes de todo el mundo.

Pedro Abelardo (1079-1142) fue el hijo de un caballero medieval y, en consecuencia, como ordenaba la tradición, fue educado para ejercer la carrera de armas, pero se entusiasmó tanto con los debates filosóficos que dominaban la vida intelectual de la Edad Media que decidió no seguir los pasos de su padre y dedicar su vida a la filosofía, concretamente al estudio de la lógica, para lo cual incluso renunció a su generosa herencia.

Pedro Abelardo estudió el trivium (retórica, gramática y dialéctica) en París. Desde muy temprana edad, impresionó a sus profesores por su brillantez intelectual y pronto se convirtió en un maestro de la dialéctica, precisamente en una época que cultivó y desarrolló este arte como ninguna otra. Tras terminar sus estudios, Pedro Abelardo se hizo maestro y se involucró en las más ardientes discusiones filosóficas de su tiempo.

La escolástica se centró en dar una solución al problema de los universales, cuyas raíces se remontan a los orígenes de la filosofía platónica y se basa en la relación entre las realidades materiales y sus representaciones abstractas. Este problema propició un auge de la filosofía sin precedentes, en el cual poco a poco se fue adentrando en los laberintos del pensamiento abstracto, hasta elaborar algunas de las teorías más sublimes y complejas de las historia del pensamiento. Pese al refinamiento de la filosofía escolástica, o quizás por ello, estaba tan alejada de los problemas cotidianos de la vida que carecía de aplicación práctica. Y sin embargo, pese a ser una mera cuestión teórica, un error de argumentación podía costar la carrera o incluso algo mucho más valioso, si era considerada herética por los eruditos de la Iglesia, que dominaba la vida cultural de la Edad Media.

Dentro de la escolástica había tres escuelas, nominalistas, realistas y conceptualistas. Pedro Abelardo fue un carácter apasionado y combativo, engrosó las filas de los conceptualistas y, durante su juventud, recorrió Francia desafiando a duelos dialécticos a miembros de las otras escuelas. Sus habilidades dialécticas lo convirtieron en un rival temible en las justas literarias, que de haber sido conservadas sin duda tendrían un lugar de honor en nuestra sección de rivalidades literarias. Pedro Abelardo disfrutaba no sólo señalando los errores de argumentación de sus rivales, sino humillándolos con su ingenio. Después de sus reyertas dialécticas, muchos de los alumnos abandonaban a sus profesores para convertirse en sus discípulos. En consecuencia, la fama de Pedro Abelardo aumentó tan rápido como el número de sus enemigos.

Pero Pedro Abelardo no sólo empleó su domino de los recursos estilísticos en la filosofía, sino también en el cultivo de la poesía; además compuso numerosas canciones, entre las que se encuentran algunas de las más célebres de su época. Esto, junto con sus rasgos agraciados y sus maneras de caballero, facilitaron su relación con las mujeres. En Francia la fama de seductor de Pedro Abelardo crecía tan rápido como su fama de filósofo.

Pedro Abelardo

Si Abelardo se había hecho un nombre en la sociedad francesa de la época, no menos conocido era el de Eloísa. Supuestamente nacida en 1092, Eloísa fue el fruto ilegítimo de Gilbert de Garlande y la abadesa de Fontevraud que escandalizó a la aristocracia parisina. Incapaz de hacerse cargo de ella, lo cual habría sido equivalente a reconocer su inmoralidad, su madre confío su educación a su hermano Fulberto, canónigo de la catedral de Saint Étienne de París. Su tío cuidó de Eloísa como de una hija propia, sin escatimar amor y diligencia. Algo insólito en la Edad Media, su tío dio especial importancia a su educación, de forma que Eloísa se educó en la orden benedictina de Argenteuil, donde se instruyó en el dominio de las artes de la poética, gramática y oratoria.

El amor de su tío por ella sólo era comparable a su deseo de ofrecerle la mejor educación posible. No destacaba por su belleza, sino sobretodo por su extenso conocimiento literario

Pedro Abelardo, Historia Calamitatum

Pese a las palabras de Pedro Abelardo, las crónicas describen a Eloísa como una muchacha muy hermosa, especialmente alta y esbelta. En cualquier caso, los atributos que hacen famosa a Eloísa en París, no son los físicos, sino los intelectuales, pues su dominio del latín, griego, hebreo y conocimiento de los autores clásicos la convertían en la flor más rara de París.

Eloísa ha sido un motivo artístico recurrente. Aquí representada de acuerdo con los cánones del XVIII

Parece ser que el dulce aroma de esa flor llegó a Pedro Abelardo incluso antes de tener la oportunidad de ponerle los ojos encima. Antes de conocerla Abelardo escribió una serie de poemas y canciones en los que se cita repetidamente el nombre de Eloísa. Las canciones se convirtieron en populares en París e inicio la leyenda de su amor, incluso antes de que se conocieran. Sin embargo, el encuentro estaba condenado a ocurrir más pronto que tarde. En calidad de escolástico, en París Pedro Abelardo disfrutaba de la protección del canónigo Fulberto y la relación entre los dos hombres propició el encuentro con su sobrina.

El efecto que ese primer encuentro causó en Eloísa es desconocido, pero no el que provocó en Pedro Abelardo, quien, como le pasó a Nietzsche con Lou Andreas-Salomé, quedó tan maravillado con los encantos de Eloísa que empezó a acosar a su tío para que le permitiera ser su tutor personal, con la excusa de ampliar su horizonte filosófico. Por entonces Pedro Abelardo contaba 34 años y estaba en el punto más alto de su fama como profesor, el canónigo Fulberto que siempre deseó la mejor educación para sobrina aceptó, contribuyendo involuntariamente a la desgracia de la niña de sus ojos.

Una persona tan respetuosa por el conocimiento como Eloísa, no pudo menos que sentirse impresionada por el prestigio que precedía a su nuevo instructor. Sin embargo, Pedro Abelardo no se sirvió de su fama para conquistar rápidamente a Eloísa, sino que se tomó el trabajo de seducirla hasta asegurarse de que fuera totalmente suya. En lugar ilustrarla sobre el árido problema de los universales, Pedro Abelardo orientó las clases hacia un tema más ameno, la naturaleza del amor. Y poco a poco ambos desarrollan una teoría del amor que precedió en muchos siglos al amor libre de los hippies y que se basa en la idea de que la lujuria no es pecado cuando es producto del amor y no de la perversión. Pedro Abelardo y Eloísa no tardaron en pasar de la teoría a la práctica.

Aquellos placeres a los que ambos nos dedicamos en cuerpo y alma cuando éramos amantes eran tan dulces para mí que sólo lamento que un día puedan desaparecer incluso mínimamente de mi memoria… Esos recuerdos se apoderan de mí incluso cuando duermo, incluso durante las solemnidades de la misa. Cuando la oración debe ser más pura, las obscenas imágenes de nuestras dos almas miserables se apoderan tanto de mí que rezó por más placeres sensuales

Eloísa, Cartas de los amantes

En 1916, el canónigo Fulberto encontraría a los amantes, como dijo Eloísa, entregados al placer en cuerpo y alma. Se puede imaginar cuál pudo ser su reacción cuando vio el honor de su sobrina, la niña de sus ojos, la doncella que habí educado para ser el orgullo de Francia, mancillado y nada menos que por uno de sus protegidos, el hombre al que había confiado su educación. Inmediatamente prohíbe que se vuelvan a ver. Intimidados por la furia y el poder del canónigo, los amantes aceptan separarse y poner fin a su pecaminosa relación.

¡Oh, qué grande fue el dolor de su tío cuando supo la verdad, y qué amarga fue la pena de los amantes cuando los obligaron a separarse!

Pedro Abelardo, Historia Calamitatum

Sin embargo, estar separados les resulta tan difícil que ambos prefieren arriesgarse a la venganza del canónigo que sufrir el martirio de la separación. En una escena digna de la mejor literatura caballeresca medieval, Abelardo entró disfrazado de monja en el convento donde residía Eloísa para raptarla. A continuación la pareja se trasladó a casa de la hermana de Abelardo, en Pallet, por entonces fuera del Reino de Francia, donde ese mismo año nacería el único hijo de la pareja, Astrolabio.

Momento en que el canónigo Fulberto sorprende a los amantes, aunque la situación real podría haber sido más comprometedora

Mientras Eloísa permanecía con su hermana, Abelardo regresó a París. En una reunión secreta con el canónigo Fulberto, suplicó su perdón y pidió su consentimiento para casarse con Eloísa. El canónigo Fulberto consintió, pues a sus ojos el matrimonio salvaba el honor de la familia y el de su sobrina. Curiosamente, la que no estaba dispuesta a aceptar la proposición de matrimonio era Eloísa. Primero porque el matrimonio se oponía a su idea del amor libre. Adelantándose diez siglos a las feministas de hoy en día, de las cuales es considerada una pionera, Eloísa consideraba el matrimonio una institución patriarcal y una prostitución de la mujer. El otro motivo por el cual se negaba a casarse era porque el matrimonio eliminaba cualquier posibilidad de que Pedro Abelardo consiguiera una cononjía, para lo cual era imprescindible llevar una vida célibe.

Qué penas exigirá el mundo de mí, si le robo a su luz más brillante

Eloísa

Sin embargo, finalmente Eloísa aceptó casarse con Pedro Abelardo, afirmando que en nuestra condena el dolor por venir no será menor que el amor que ya hemos conocido. Una frase que Pedro Abelardo recordaría años más tarde, mientras escribía la Historia Calmitatum (Historia de mis desgracias), y sobre la que comentaría que al formularla a Eloísa no le había faltado espíritu profético.

En cualquier caso, el acuerdo de matrimonio entre las tres partes interesadas se alcanzó sobre la base de que debía mantenerse en secreto, para no acabar con las posibilidades de Pedro Abelardo de obtener una cononjía, que le permitiera continuar su trabajo filosófico. Hasta que eso sucediese, para no despertar sospechas, Eloísa debía permanece recluida momentáneamente en el convento de Argenteuil. Sin embargo, una vez más, estar separado de su amada vuelvió a ser intolerable para Abelardo, quien empezó a cabalgar protegido por la oscuridad de la noche hasta el convento, cuyos muros escalaba para yacer con su amada en la intimidad de su celda.

El adiós de Abelardo y Eloísa, según Angelica Kaufmann

Esta es una segunda traición a su confianza que el canónigo Fulberto no perdonará. Después de conocer las visitas secretas de Pedro Abelardo a su sobrina en el convento, ordenó su castración, el castigo común para por la época para los culpables de violación.

Una noche cuando estaba durmiendo tranquilamente en una habitación secreta de mi residencia, los hombres de Fulberto irrumpieron en ella con la ayuda de uno de mis sirvientes a quien habían sobornado. Entonces se vengaron de mí con el más cruel y el más vergonzoso de los castigos; pues amputaron aquellas partes de mi cuerpo con las que había hecho aquello que era el origen de su pena.

Pedro Abelardo, Historia Calamitatum

Como resultado de su cruel castigo, Pedro Abelardo no se consideró más capaz de seguir siendo profesor de Notre Dame. Pero lo que verdaderamente le dolía era saber que jamás podría revivir las noches de pasión que había compartido con Eloísa. Para los amantes sólo había un camino posible, ambos decidieron renunciar a la vida social, para lo cual vistieron los hábitos y se convirtieron respectivamente en monje y monja. En un momento desgarrador, Eloísa se despidió de Pedro Abelardo y su hijo, a quien dejó con la hermana de su amante, sabiendo que no volvería verlos.

El amor de Abelardo y Eloísa fue una fuente inagotable de inspiración para artistas de todos los tiempos. Pocas interpretaciones tan singulares de su pasión como esta de G. von Max ¿Soy el único que ve aquí la influencia de Sigmund Freud?

Sin embargo, pese a la distancia, su amor continuó floreciendo a través de su correspondencia. Las cartas que cambiaron durante veinte años constituyen el contenido de Cartas de los dos amantes, en las cuales dejaron constancia de su amor mutuo y de su visión del amor como un sentimiento libre, incapaz de someterse a las convenciones sociales.

¿Quién entre los reyes y los filósofos podría igualar tu fama? ¿Qué reina, qué mujer noble no envidiaría mis placeres y mi lecho?

Eloísa, Cartas de los dos amantes

Seis siglos después de su muerte, Josefina Bonaparte se conmovió tanto al conocer su triste historia de amor que ordenó que los restos de Pedro Abelardo y Eloísa se enterraran juntos en el cementerio Pére Lachaise de Paris, a donde peregrinan parejas de todo el mundo para rendir tributo a este símbolo de la pasión amorosa. Desde entonces descansan juntos y seguirán haciéndolo por toda la eternidad, pues Pedro Abelardo y Eloísa fue una pareja que separó la vida y unió la muerte.

Detalle de la majestuosa tumba de Abelardo y Eloísa

Publicado por Miguel A. Álvarez

Miguel A. Álvarez, escritor, traductor y redactor. Su primera novela, Vida de perros, ganó el I premio Corcel Negro de Literatura. Su cuento Verano del 88 ha sido distinguido con la mención de honor en el 66º Premio Internacional a la Palabra 2019. Su cuento Balbodán ha sido finalista del XIX Concurso Cuento sobre Ruedas 2019. Escribe en las revistas Quimera y Descubrir la Historia y colabora con los magazines Letralia, Revista de Historia y Maldita Cultura.

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